Durante la siesta de ayer, una fuente del hospital Padilla confirmó que Leandro Valdez, el joven de 20 años baleado en el barrio Oeste II, había sufrido muerte cerebral. Su estado era extremadamente grave desde el martes a la noche y tanto los médicos como sus familiares se aferraban a una ínfima esperanza, pero ahora su cuadro se volvió irreversible: el joven recibió tal daño en el cerebro que no despertará jamás.
Al parecer, el ataque que sufrió el muchacho -en Paraguay al 4.500- ocurrió el martes a la noche, mientras Argentina jugaba el último partido de eliminatorias contra Perú. Por eso mismo, hasta el momento no se encontraron testigos de la escena. Los familiares creen que se trató de un asalto, pero en la investigación no se descarta una pelea o un ajuste de cuentas.
“Aparentemente fue en ocasión de robo. Que yo sepa, él no tiene problemas con nadie. Es más, no podemos encontrar su billetera por ningún lado”, había dicho a LA GACETA el padre del muchacho, Carlos Alí. También dijo que su hijo estaba volviendo a su casa en moto luego de trabajar y de visitar a un amigo. Valdez cayó herido junto a un contenedor y a metros de una gruta con imágenes religiosas. La moto quedó tirada a su lado. Un vecino le contó a la Policía y a LA GACETA que, tras el tiro, vio correr a un grupo de jóvenes en dirección a la calle Italia.
Pese a sus esperanzas, Alí ya había advertido que el cuadro de su hijo era grave: “la bala le perforó el cerebro”, dijo. El proyectil ingresó por el ojo izquierdo y salió por la zona parietal del lado derecho, lo que indica que el tirador, antes de esfumarse, había estado en diagonal a Valdez, y ubicado cerca de la gruta.
“Estas heridas tienen un pronóstico muy malo. Cuando él llegó su estado neurológico era muy bajo, había un daño masivo, ya no tenía respuestas. En estos casos ocurren dos situaciones: el balazo va dañando el cerebro, las arterias y las venas, pero secundariamente surgen lesiones secundarias como inflamaciones. Las probabilidades de recuperación son bajísimas”, explicó una fuente médica.
En cuanto a la investigación, la falta de testigos y el no haber hallado elementos balísticos como prueba -el proyectil y la vaina- complicaron las pesquisas. De todos modos, una fuente policial explicó que el muchacho podría haber tenido alguna diferencia con un grupo de personas de Lomas de Tafí, liderado por un tal “Iván”.